
Mi lugar preferido en la vieja casa de la abuela, donde media infancia discurrió entre aventuras inventadas junto a mis playmobils y a los libros que mi abuelo guardaba como verdaderos tesoros.
Había llegado el otoño, nuevamente, y los años mirando atrás habían pasado como una exhalación, que típico. La época estival era necesaria para descansar la mente e incubar nuevas ideas que poder mimar, tratar y florecer en los meses venideros, pero hasta del descanso uno finalmente se cansa.
Añoraba aquellas aventuras leídas y vividas, ciertamente ¿había alguna diferencia?. Eran recuerdos de batallas libradas por cientos de personajes mucho más transcendentes en mi vida que los que sonoramente aparecían cada día en la televisión y radio.
La inspiración de la imaginación de un niño, sin trabas sociales, personales o sentimentales se reunía en aquel rincón mágico que olía a viejos tiempos.
Busqué aquellos pasajes en los que las maquinas deseaban lo que nosotros, humanos, ni tan siquiera apreciábamos y con ese sentimiento de seguridad que solo consigues al sentirte en casa, en voz alta volví a leer:
“Fíjate en ti. No lo digo con ánimo de desprecio, pero fíjate bien: el material del que estáis hechos es blando y su energía depende de la oxidación ineficiente de la materia orgánica. Entráis cada noche en un estado de coma y soñáis, ¿pero de que sirven los sueños si casi nunca se cumplen? Pensáis, es cierto, pero os equivocáis frecuentemente y a la menor variación externa perdéis vuestra eficacia. Sois alterables, sois imperfectos…
En cambio yo, preferiría sentir lo que sentís.”
YO ROBOT - Isaac Asimov
Esta semana:
-Presentación nueva temporada.