
Hace días, al comienzo de una sesión, por diversas causas estúpidas e imaginarias, la velocidad de ese plato virtual que yo escuchaba, al que llamamos vida, paso de 33 a 45 rpms desencadenando una desordenada, caotica y absurda sinfonía más cercana al graznido de un cuervo que a la premisa que de comienzo anunciaba una compleja pero apasionante sucesión de sensaciones, melodías y pasiones. En aquel instante yo andaba obsesionado con el disco que por linea interna preescuchaba, haciendo oídos sordos a lo que en directo sonaba.
Aquel suceso delirante, aquella sucesión de mezclas estúpidas y ruidosas fueron interrumpidas por un Scratch mal ejecutado, más digno de cualquier mequetrefe que de un supuesto experimentado mezclador.
La aguja salto, arrastrando virutas del disco, rayando su superficie y destrozando una bella, intrincada e inolvidable sintonía. Hacia tiempo que no encontraba un disco así, coherente, con ritmo, bello, y apasionante de principio a fin.
En este caso, extremo, solo hay dos posibles opciones, ambas complicadas y difíciles...
La primera volver a guardar ese disco en su funda, olvidándolo al final de la maleta, recordándolo alguna vez, pero nunca más pinchándolo.
Y la segunda, la más arriesgada y menos probable, osar ponerlo de nuevo, desde el principio, pero en esta ocasión bajando la velocidad a -23 con la confianza de que una vez llegado el momento...la aguja seguirá su verdadero camino.
Ojalá pueda volver a oír esa melodía... alguna vez.
Esta semana:
-Antepenúltimo programa de la temporada...
-Mix It- 8 Victor Frances "Animale"